domingo, 4 de mayo de 2014

CASI NADIE VOTA POR UN CANDIDATO INVISIBLE.

CASI NADIE VOTA POR UN CANDIDATO INVISIBLE.

Por: Andrés Lizarralde Henao
Consultor de Marketing Político

Este artículo va dirigido a aquellos políticos o electores que decidieron apoyar durante las elecciones al Congreso de la República a candidatos o candidatas invisibles. Esos que por exceso de confianza en el partido o en el promotor de su proyecto, dejaron de hacer proselitismo o contacto con los votantes, y por ende, no lograron su objetivo.

Es increíble ver cómo a estas alturas, todavía existan aspirantes a cargos de elección popular que quieren el favor de los electores en las urnas, pero que no muestran un mínimo de disposición así sea para acercarse a pedir un voto.



Todo entra por los ojos y los demás sentidos. Es decir, a la gente le gusta ver, escuchar, tocar, oler y hasta percibir a que ‘sabe o huele’ un candidato antes de entregarle su respaldo; más aún, si se trata de una persona que por primera vez va salir a la palestra pública.

De esta forma, traigo de manera oportuna un mandamiento del Consultor Daniel Eskibel en su artículo, nadie vota al hombre invisible: “un candidato que quiera ganar es simplemente dejar de ser invisible. Hacerse conocer. Más aún, más allá de querer ganar: para existir como candidato real es necesario lograr notoriedad”…

…”La notoriedad es condición necesaria para un candidato, no suficiente pero sí imprescindible. Quien la tiene, avanza. Quien no la tiene, debe construirla”.

Está bien que sea complicado recorrer todo un municipio o peor aún, un departamento, pero para eso existen otras estrategias, ya sea a través de medios de comunicación o canales virtuales, pues de allí, a hacer campaña desde el anonimato, si es algo complicado que pone en riesgo cualquier aspiración electoral.

En síntesis, lo que debe hacer un candidato en campaña, es lograr notoriedad para ir ganando espacio en el cerebro del votante. Que no sólo asocie lo que le cuentan en la calle con su nombre, sino con su rostro, sus gestos, su discurso y hasta su forma elegante de vestir. 
¿Ahora si me hago entender? ¿Ya tiene las respuestas para su fracaso?

Bien. Ahora sólo espero que en una nueva campaña, si es que se atreve a presentarse nuevamente; baje a la tierra, camine, toque puertas, salude y hable con la gente, para que no continúe como un candidato invisible al que difícilmente votan.

Imagine que usted va a un supermercado y un promotor de ventas se le acerca para ofrecerle un producto. Le cuenta de sus múltiples beneficios, ventajas y, además, le dice que está en promoción 2 x 1, pero que necesita que deje el dinero y a los dos días vuelva para entregárselo.

Usted desconfía ¿cierto?

No cree en todas las maravillas que le acaban de comentar, simplemente porque no lo está viendo, no lo pudo tener en sus manos y hasta duda que exista o tenga todos los beneficios y ventajas de las que le hablaron. Pues lo mismo le pasa al elector.

Entonces, ¿por qué buscar culpables en el equipo de campaña o en los electores cuando la culpa de todo estuvo en la ausencia del candidato?

El mensaje es claro. Todo entra por los ojos y los demás sentidos. La gente quiere ver o tocar lo que va a comprar, o en el caso de las elecciones, ver, tocar y escuchar al candidato por el que va a votar.

En fin, muéstrese, logre notoriedad y métase en la cabeza del elector, pues casi nadie vota por un candidato invisible. Peor aún, si se trata de un completo desconocido.


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